lunes, 13 de octubre de 2014

EN CLASES PRÁCTICAS, de Jorge Fernández Bustos

Ocurrió a finales de los ochenta o, por lo menos, se comentaba en aquella época con un alarmante regocijo de los presentes y una desbocada hilaridad del narrador. Puede que fuera cierto o una exageración de la comicidad, pero ahora se nos aparece como un episodio anecdótico de lo más digno y gracioso que recuerdo dentro de la institución académica.
Fue en la Escuela de Estomatología de la Universidad de Granada. Se ve que ese día comenzaban unas horas de prácticas, de esas extensiones pedagógicas que imparten todas las carreras con más o menos eficacia. Las prácticas de los aspirantes a dentistas son realistas,
es decir, con pacientes de verdad. No como en otros estudios médicos que utilizan animales o difuntos, o sea, personas muertas que hacen de conejillos de indias, que no entienden si el bisturí, en una supuesta operación de apendicitis, se clava mortalmente en el riñón.
Los veo entrando a la sala de ensayos, llenas de sillones reclinables, anestésicos, fresadoras y demás aparatos de miedo de los mineros bucales. Como ese día iban a hacer un ejercicio simple, no solicitaron ciudadanos en
busca de economía médica, sino que los mismos alumnos hacían de cobayas en manos de sus facultativos compañeros.
«Hoy utilizaremos el microscopio», parece que expresó el profesor por debajo de su bigote. La mitad de los jóvenes estudiantes hacían de doctores, los demás, como indefensos enfermos, se tendieron sin rechistar bajo la mascarilla de los aprendices de sacamuelas.
No hicieron falta jeringas ni agujas. Era algo superficial. A saber: raspar la base de los dientes y observar las posibles impurezas aumentadas cientos de veces a través del microscopio. Los pacientes, pacientes, esperaban confiados cubiertos por media sábana ajustada a sus cuellos que les servía de babero.
Comenzaron los técnicos dentales a hurgar en la boca de sus iguales y, cuando tenían una muestra de algo, la escudriñaban con el aparato aumentador. La víctima entonces se levantaba, suplantaba el ojo de su compañero y discutía con él lo que podía o no ser.
El experto profesor vigilaba. Recorría las mesas de operaciones controlando a sus pupilos, impartiéndoles sabiduría, teorizando sobre lo que estaban viendo. Suplantaba de vez en vez al alumno doctor que hallaba con problemas para la extracción de su muestra.
Al rato, un muchacho, pegado al visor del binocular de precisión cumo si fuera su mismo apéndice visual, levantó la mano y, con ella, el dedo índice para llamar la atención del maestro, el cual acudió al instante (si hubiera levantado muellemente el dedo corazón, posiblemente lo hubieran expulsado de clase).
Sin esperar la llegada del profesor, el alumno enunció: «En el sarro de margarita hay algo que se mueve», con lo cual llamó la atención a todos los grupos operacionales que actuaban en la sala de práxis.
Con el halo de dios conocedor de todos los secretos dentales, molares y paladares, el catedrático se acercó a la mesa del conflicto, se inclinó un poco sobre el feliz descubrimiento y, con una mano en la espalda y la otra en el cristalito donde se deposita el modelo a observar, pegó su iris derecho al visor óptico mientras guiñaba con fruición el ojo izquierdo y elevaba el mostacho hacia ese lado. Tras un momento de otear solemnemente la muestra, el pofresor, más alegre que unas castañuelas, como Arquímedes debió exclamar su eureka, gritó a voz en cuello: «¡Es un espermatozoide y está vivo!».

Ilustración de Aida Ortiz (1995)

viernes, 18 de julio de 2014

Mejor es buscar amores con edad y experiencia (Ovidio)


No preguntes qué edad tiene ni bajo qué consulado nació (atribución esa que corresponde al severo censor), sobre todo experiencia si ya no está en la flor de la vida, si ha pasado su mejor edad y se arranca ya las canas. Esta edad, ¡oh jóvenes!, tiene sus ventajas, e incluso un poco más avanzada. Ese campo dará buena cosecha: ése es, por tanto, el campo que habrá que sembrar. Mientras el vigor y la edad lo permiten, soportad las fatigas: pronto vendrá la encorvada vejez con paso silencioso . O hendid el mar con los remos, o la tierra con el arado, o poned vuestras manos guerreras en las armas fieras. O bien dedicad a las mujeres vuestros riñones, vuestro vigor y energía: también esto es una milicia , también esto procura riquezas. Añade que ellas tienen mayor pericia en la acción y poseen lo único que engendra artistas, la experiencia. Ellas arreglan con refinamiento los desperfectos de años y consiguen con sus cuidados no parecer viejas; a tu gusto hacen el amor en mil posturas: ninguna pintura enseña más modalidades. Con ellas se experimenta el placer sin previa provocación.
El placer disfrútenlo por igual la mujer y el hombre. Odio las uniones que no satisfacen ambos: por eso es por lo que me atrae menos el amor de un efebo; odio a la que se entrega porque es necesario entregarse, y, seca, piensa para sus adentros en la lana que ha de trabajar. El placer que se da por obligación no me es grato: que ninguna mujer se sienta obligada conmigo. Me gusta oír sus palabras confesándome sus goces, y que me pida que vaya más despacio y que me aguante; vea yo los ojos desmayados de mi amada fuera de sí; que desfallezca y no me deje seguir tocándola por más tiempo. Estos bienes no los concedió natura a la primera juventud, que suelen venir inmediatamente después de los siete lustros. Que beban mostos recientes los que tengan prisa; a mí que un cántaro embodegado en época de antiguos cónsules me escancie su vino añejo. No puede el plátano, si no es ya crecido, ser un obstáculo para Febo y los prados, cuando empiezan a brotar, pinchan los pies descalzos. ¿Acaso se podría poner a Hermíone por delante de Helena? ¿Y era Gorge preferible a su madre? En fin, si quieres alcanzar una Venus entrada en años, quienquiera que seas, con sólo perseverar conseguirás la justa recompensa.

Conducta que ha de seguirse en el acto amoroso

He aquí que un lecho cómplice acoge a dos amantes: tú, Musa, quédate junto a las puertas cerradas de la alcoba. Espontáneamente, sin que tú intervengas, se dirán las ya consabidas palabras y la mano izquierda no permanecerá inactiva en el lecho; los dedos encontrarán qué hacer en aquellas partes en que el amor a escondidas impregna sus flechas. Esto lo hizo antaño con Andrómaca el valentísimo Héctor y no sólo
fue hábil para las batallas; también lo hizo con la cautiva de Lirneso el gran Aquiles cuando, cansado del enemigo, oprimía el mullido lecho. Tú, Briseida, te dejabas tocar por aquellas manos que siempre estaban manchadas de sangre frigia. ¿O acaso era eso mismo, lasciva, lo que te gustaba: que las manos del vencedor vinieran a tocar tus miembros?
Créeme: no hay que apresurar el placer de Venus, sino retrasarlo poco a poco con morosa lentitud. Cuando hayas encontrado un punto que a la mujer gusta que le acaricies, no sea la vergüenza un obstáculo para que sigas acariciándolo. Verás entonces sus ojos chispear con brillo tembloroso, igual que a veces el sol reverbera en él agua transparente.
Vendrán después los quejidos, vendrá el amable murmullo y los dulces gemidos, y las palabras propias del juego. Pero tú no dejes atrás a tu amada haciendo uso de velas mayores, ni ella te adelante a ti en la travesía: llegad a la meta al mismo tiempo; entonces el placer es completo: cuando la mujer y el hombre yacen después de haber languidecido a la par. Es la norma a la que debes ajustarte cuando tienes tiempo de sobra y el temor no apresura la acción furtiva; pero cuando el demorarse no carece de riesgos, conviene lanzarse a todo remo y clavar la espuela en el caballo que cabalga a rienda suelta.

sábado, 7 de junio de 2014

Del sexo y el amor
(Juan Eslava Galán en el Quinto Erizo, 1995)

Introducción de Juan Eslava Galán en el coloquio sobre "El humor y el erotismo en la literatura", dado en Granada el 25 de enero de 1995 en la IV Semana del Humor, con el título de "Humor, erotismo, pornografía y otras pestes".



Queridos amigos:

Unamuno no descapullaba. El eximio rector de Salamanca, poco tiempo antes de su muerte, sufrió una complicación en las vías urinarias y fue reconocido por un médico que comprobó, horrorizado, que el pensador padecía una terrible fimosis. Don Miguel le confesó, sorprendido por la sorpresa del médico, que, en efecto, sólo a costa de grandes sufrimientos y complicaciones había conseguido cumplir con el débito conyugal a lo largo de su vida. Lo más tremendo de todo es que él estaba convencido de que todo varón se veía obligado a pasar por semejante trance, es decir, que lo suyo no era patológico sino perfectamente normal.

Uno deduce que la vida sexual de don Miguel no fue un camino de rosas. Más bien es seguro que fue todo lo contrario. No digo yo que eso haya determinado su obra, pero con Freud en la mano, deberemos convenir que es muy posible que haya influido lo suyo. Era el rector de Salamanca, como ustedes saben, un genio avinagrado, un hombre triste, a veces amargado, un carácter áspero poco dado al humor. Un hombre al que incluso molestaba el humor de otros, de los que descapullaban perfectamente y habían sido beneficiados con la próvida naturaleza con las herramientas esenciales para reñir en campos de pluma las deleitosas batallas del amor.

¿Qué quiero decir con esto? Quiero decir que no es cuestión baladí establecer una recíproca relación entre sexo y humor. Algunos espíritus poco avisados, forjados sin duda en la atroz disciplina del confesionario, han propalado que el hombre es una criatura triste después del coito, lo que parece contradecir lo que estamos diciendo. Nada más lejos de la realidad. El hombre lo que es después del coito es una criatura cansada y hay gentes que confunden lo uno con lo otro que es como confundir el culo con las témporas. Lo prueba el hecho de que después de una buena refriega se duerme mucho mejor, a pierna suelta, con expresión beatífica en el semblante, como un niño de pecho después de mamar y echar sus eructitos. ¿Dónde está la tristeza? Los tristes es sabido que duermen mal, que tienen el sueño ligero, que dan muchas vueltas en la cama, ninguna de provecho, y que se levantan con tortícolis.

No estará de más traer a colación alguna autoridad que certifique nuestro aserto. Nadie mejor que el doctor Juan de Aviñón, ilustre médico del arzobispo de Sevilla en el siglo XVI, el cual, en su recomendación de la práctica frecuente del coito, escribió:

Los provechos que se siguen de dormir con la mujer son estos: el primero cumple el mandamiento que manda Dios cuando dixo: creced y multiplicaos y poblad la tierra; lo segundo, conservamiento de la salud; y lo tercero, que alivia el cuerpo; y el quarto, que lo alegra; y el quinto tira melancolía y cuidado; y el sexto,  derrama los bafes que están allegados al corazón y al meollo; y el séptimo, tira el dolor de riñones y de los lomos; y el octavo, aprovecha a todas dolencias flemáticas; la novena, pone el apetito de comer; y la décima, guarece las apostemaciones de los miembros emutorios; y la undécima, agudiza la vida de los ojos.

Hasta aquí la cita del ilustre galeno arzobispal. ¿Los han visto?: en cuarta y quinta posición: el sexo alegra y disipa la melancolía y la preocupación. A un servidor le encantaría prolongar esta charla porque hay tela para cortar de luengo, pero el espacio que me dejan es exiguo. Por otra parte ingenios hay aquí que tienen mucho que decir del asunto. Así que abreviaré exponiendo brevemente, por vía de un par de ejemplos, cómo las metáforas sexuales han constituido, a lo largo del tiempo, un análisis humorístico y literario de la realidad que nos han dado a conocer el envés de los temas solemnes, que cada época tiene los suyos. Veamos si no. En la Grecia homérica, la de los grandes poemas en verso que parece cincelado sobre piedra, espacio para la épica poblado de héroes y dioses, un hombre que se preciara tenía que ser capaz de acertar tres veces con el venablo [katatriakontoutisai], es decir echar tres polvos seguidos, ésa era la mínima media que la virilidad exigía, en términos épicos. Roma, que no le va a la zaga, nos muestra que el sexo y el humor van siempre de la mano en epigramas, en recetarios y en novelas, es decir en la literatura. Traigamos a colación un epigrama de Marcial, el que parece que está alabando la castidad y virtud de una dama y al final resulta que es todo lo contrario:

No hay en toda Roma quien pueda demostrar
que se ha tirado a Taide,
aunque son muchos los que la persiguen.
¿Tan casta es Taide?, pregunto.
¡Qué va, hombre! Es que la chupa.

Existe una relación, siempre humorística y literaria entre el tema solemne de cada época y su envés sexual. En Grecia y Roma clásicas, el exceso de mitología y de alusiones épicas se refleja en la denominación de las posturas coitales: el libertino sabía que cabalgar un caballo de Hermes consistía en copular, con la mujer a horcajadas sobre el hombre boca arriba, para que la penetración alcanzara, así lo decían hiperbólicamente «hasta la séptima costilla». Idéntica posición coital en la España contrarreformista y tremendamente católica del siglo diecisiete es denominada, también con humor, Meter la iglesia sobre el campanario. Cambian los tiempos, evolucionan los temas literarios, pero lo que siempre permanece es esa inteligencia que transforma el sexo en actividad festiva provocadora de risa, e inspiradora de la más bella literatura.

Incluso los diccionarios más serios de la lengua española dan al sexo un contenido humorístico. Busquen ustedes por ejemplo la palabra follar y verán que en casi todos ellos es definida como «Dividir, hacer o disponer una cosa en hojas». ¿Cabe encontrar definición más graciosa y al alcance de cualquier inteligencia? Son hojas, suponemos, de papel de fumar, también llamado biblia, con la que tantos ilustres académicos se la cogen. Prosigan su indagación, busquen follador y verán que es «el hombre que mueve el fuelle en una fragua de herrero».

La lengua viva, esa inabarcable fuente de goce también literario, está llena de humor. No es momento de hacer un enfadoso censo de expresiones graciosas, pero quisiéramos mencionar, ya para terminar la deliciosa y certera metáfora descriptiva del fracaso en la erección: el gatillazo. Dar gatillazo, ¡Qué hermosa expresión cinegética para describir la situación desairada en que queda el cazador al que falla la escopeta cuando dispara sobre la presa! Por cierto que esto del gatillazo me trae a la memoria una página inmortal de Camilo José Cela con la que quisiera poner punto y final a esta pequeña intervención, porque ilustra magníficamente la relación entre sexo, humor y literatura. Es aquélla en la que nuestro último Premio Nobel narra su primera relación sexual:

Me inicié en los arcanos del rijo con una esquinera de la calle del Desengaño, rubia teñida, más bien metida en carnes y muy perfumada, que me chistó, me enseñó una teta, y me catequizó sin mayor esfuerzo... Durante el acto mi parternaire me tenía abrazado y mientras yo hacía lo que podía ella calceteaba una bufanda para un hijo... La lana me hacía cosquillas en la espalda y no faltó nada para que estrenara con un gatillazo.

Juan Eslava Galán

domingo, 1 de junio de 2014

ANTEPASADOS DE CONCHITA WURST (1)


Magdalena Ventura, por José de Ribera (siglo XVII)


Este cuadro representa a Magdalena Ventura, llamado coloquialmente "La Barbuda". Esta mujer fue invitada al Palacio Real de Nápoles por el virrey, Fernando Afán de Ribera y Enríquez, III Duque de Alcalá cuando éste supo de su existencia para ser retratada por José de Ribera, de quien era mecenas. Existe documentación que constata la realización de este cuadro cinco días antes de firmarlo y fecharlo puesto que el embajador de Venecia, en una carta de 11 de febrero de 1631, describe su estancia en el Palacio Real de Nápoles así: "Nelle stanze de V. Re stava un pittore famosissimo facendo un ritrato de una donna Abruzzese maritata e madre di molti figli, la quale hala faccia totalmente virile, con più di un palmo di barba nera bellissima, ed il petto tutto peloso, si prese gusto sua Eccellenza di farmela veder, comecosa meravigliosa, et veramente e tale" (G. de Vito 1983, p. 43). El cuadro pasó por descendencia familiar del V Duque de Alcalá a su hijo el VI Duque de Alcalá y VIII Duque de Medinaceli. El único momento en que sale el cuadro de la colección familiar es durante los años de la invasión napoleónica, cuando en 1808 el Museo de Napoleón en París se apropia de él. Luis XVIII restituyó el cuadro cinco años más tarde y aparece citado en los catálogos de la Academia de San Fernando de 1818 a 1829. No fue hasta 1829 que la familia de Medinaceli lo recuperó. La información sobre quién era el artista, quién era el patrón que le encargó el cuadro y la historia de la retratada la encontramos escrita en latín sobre unas lápidas en la parte lateral del cuadro. La inscripción titulada "el gran milagro de la naturaleza" describe como la napolitana Magdalena Ventura, de la ciudad de Accumoli, llamada Abruzzi en lengua vernácula, está retratada a la edad de 52 años. (de http://www.fundacionmedinaceli.org/coleccion/fichaobra.aspx?id=378)

sábado, 26 de abril de 2014

LA FOTO DEL SEGUNDO ERIZO

No tengo los datos de dónde la sacamos. Pero la mirada pícara del modelo (¿la modelo?) en un sofá envejecido, agarrando una guitarra y con el impagable detalle de una palangana desconchada a su izquierda, fueron suficientes motivos para ilustrar (por primera vez con fotografía, y tan vintage que se diría ahora) la portada del SEGUNDO ERIZO ABIERTO en marzo de hace veinte años. La mancha de la nalga desconocemos si era fruto de un antojo, de la máquina del artista, de nuestro propio escaneo de la foto, o de la impresión, que hacíamos con dos duros.

Como no la encontramos en internet, la ponemos aquí para disfrute público:


La editorial que acompañó a aquel número ya fue publicada en este blog. Las Citas Maestras, que Jorge Fernández Bustos seleccionaba entre las dichas por grandes maestros (y sin google) como su propio título indica, fueron estas:


Y seguiste riendo, con esa sonrisa que yo deseaba, besándome a hurtadillas en los pasillos del convento, acariciándome las rodillas bajo la mesa del refectorio, bebiendo de mí, siempre, cada noche, minutos antes de que yo vendase mis pechos con un lienzo y tú regresases silencioso a la soledad de tu celda.
(Omar, amor - Cristina Fernández Cubas)

Desinhibida por completo del exterior, ya no necesito imaginar el placer, sino que lo siento subir a ráfagas cada vez que el dedo corazón cruza el clítoris.
(Tres días/tres noches - Pablo Casado)

Se ha dirigido a mí el muchacho de la esquina. El joven geisha de pantalón vaquero me ha cogido de la mano. Le he acompañado hasta el parque y encendiéndome un cigarrillo le obligué a masturbarse. ¿Qué lluvia guiará los caracoles hasta la tumba de Pasolini?
(En el banquete - Andrea Luca)

Tú crees, pobre y mustio imbécil, que no soy digno de ella, que podría mancillarla, profanarla. No sabes lo apetitosa que es una mujer mancillada, hasta qué punto puede dar lozanía a una mujer el cambio de semen.
(Trópico de Cáncer - Henry Miller)

Mas la chica morena, primitiva y, no obstante, sensible en grado extremo, era agresivamente virgen. (...) Y los brazos de él se apretaron a su alrededor, las manos se extendieron por sus muslos, calientes como llamas en su belleza. (...) Estaba rígida y dignificada por un padecimiento de falta de hábito. Pero él la cogió con sus manos, la desvistió y disfrutó como un loco de su cuerpo virgen, que sufría tan poderosamente y que tomaba su alegría con tanta profundidad. Mientras la humedad del tormento y del pudor estuvieron en sus ojos, se aferró a él cada vez más próxima, hasta la victoria y la satisfacción profunda de ambos.
(Espina en la carne - D.H.Lawrence)

Cortesana que se contenta con canciones acaba descalza.
(Pietro de Aretino)

Y usted sólo es grande en la medida que así lo afirma la mujer con la que hace el amor.
(El amante perfecto - Brenda Venus)

¡Amado mío! (...) ¡No te vayas aún! ¡No te vayas nunca! Tienes que estar siempre conmigo, bebiéndome la entraña, sorbiendo la miel dulceamarga de mi rosa húmeda, dándome todo tu rocío fresquísimo de lobo
nacido en las estepas...
(Opium - Jesús Ferrero)




sábado, 19 de abril de 2014

El cuento de la reina, de Pierre Louys

- Mamá, cuéntame un cuento.

-Habíase una vez una reina que era muy infeliz porque había hecho el juramento, durante una grave enfermedad, de no hacer nunca más un sesenta y nueve.

-¡Oh, tú nunca habrías sido capaz de jurar una cosa así! ¿No crees, mamá?

-Entonces invocó a un hada buena y le dijo que su boca tenía muchas ganas de chupar la polla del rey y que su coño tenía muchas ganas de ser lamido por la lengua del rey. Le preguntó cómo podía saltarse el voto sin violarlo.

-Ya lo creo, debía estar que escocía.

-Entonces el hada dijo a la reina: “Frótese la boca y el coño con el ungüento que voy a darle; su boca se volverá coño y su coño se volverá boca. Así, en la posición normal, usted chupará y será chupada”.

-Pues yo, me habría frotado sólo la boca. Un coño más, nunca es demasiado.

-Es lo que hizo. Has adivinado.


Pierre Louÿs, 24 de agosto de 1894



domingo, 9 de marzo de 2014

PEQUEÑA SELECCIÓN INGLESA

Aunque con mayor promiscuidad que la literatura castellana, tampoco la literatura erótica en lengua inglesa es excepcionalmente relevante. Franceses e italianos se llevan la palma. Serían autores como John Cleland, D.H. Lawrence y Miller quienes elevarían el erotismo a los altares literarios. Si bien, tampoco podemos obviar obras como SODOMA de Willmot, el atávico LIBRO DE EXETER, las novelas de Burroughs o algunas obras de Bukowsky. La lengua inglesa se ha enfrentado a problemas semejantes a los que ha hallado el castellano en sus posibilidades de expresión. Ambos son idiomas sin términos medios, pasan del vocablo técnico al vocablo vulgar, sin que exista uno apto para cualquier oído. La mojigatería contaminó el idioma y condenó la expresión erótico-pornográfica -que no el pensamiento-.Todo se agravó bajo el gobierno de la Reina Victoria. Con anterioridad, las voces consideradas
ahora procaces y de mal gusto, eran aceptadas, ajenas al envenenamiento del ochocientos. A esta época pertenecen la mayoría de los poemas que a continuación se recogen: epitafios, epigramas, pequeños ingenios.
La presente selección se nutre en las versiones originales de la edición ANTOLOGÍA DE POESÍA ERÓTICA INGLESA de Jesús Díaz García, publicada por Ediciones El Carro de la Nieve en 1991. Las traducciones han sido realizadas por Matthew Perret, Jesús Palomo y Alfonso Salazar. Esperamos que estos pequeños poemas surtan el fin propuesto: goce y deleite ante los talentos que llevaron el erotismo a la lengua.

SIR JOHN HARINGTON (1561-1612)
Against An Old Lecher

Since thy third curing of the French infection
Priapus hath in thee found no erection,
Yet eat’st thou rigoes, and potato roots,
And caviar, but it little boots.
Beside the bed’s head a bottle’s lately found
Of liquor that a quart cost twenty pound:
For shame, if not more grace, yet shew more wit,
Surcease, now sin leaves thee, to follow it.
Some smile, I sigh, to see thy madness such
That that which stands not, stand thee in so much.

Aproximación castellana al texto:
A un viejo verde
Es la tercera vez que te curan el mal francés (1) / y
Príapo (2) no te concede erección alguna/ por mucho
que comas cardos, tubérculos/ y caviar, poco
provecho te hacen./ A la cabeza del lecho últimamente
se halla una botella/ de un licor que cuesta
veinte libras el cuarto./ Por vergüenza, si no más
decencia, muestra al menos más inteligencia./
Ahora que el pecado te abandona, no insistas en
perseguirlo./ Los hay que sonríen, pero yo suspiro,
al ver locura tal/ que lo que ya no se mete en ningún
sitio, a ti te meta en tanto lío.

1. La sífilis.
2. En mitología, hijo de Afrodita y Dionisos, dotado de un pene
descomunal.

SIR JOHN DAVIES (1569-1626)
In Francum

When Francus comes to solace with his whore,
He sends for rod and strips himself stark naked:
For his lust sleeps, and will not rise before,
By whipping of the wench, it be awaked.
I envy him not, but wish I had the power
to make myself his wench but one half hour.

Aproximación:
In Francum
Cuando Francus busca consuelo con su puta/ manda
traer una vara y se desnuda por completo:/ su
lujuria duerme, y no se desperezará,/ hasta que los
azotes de la moza la despierten./No le tengo
envidia, pero ojalá pudiese/ convertirme en su
moza durante tan sólo media hora.




ANONYMOUS(C.1630?)

Underneath this stone
Underneath this stone and brick
Pull out your pintles and piss upon her.

Aproximación:
Bajo esta piedra
Bajo esta piedra/ yace una que en otro tiempo disfrutó
un buen número de pollas./ Que todo el que pase por
aquí, le haga el honor/ de sacarse el paquete y mearse
encima.

SAMUEL PICK (c.1639)
EPIGRAM

Ay me(quoth Amy) who would ere have thought,
So great a mischief should arise at naught;
Which had she knowne ere she began to swell,
Each yard of pleasure should have prov’d an’ell.

Aproximación:
Epigrama
Ay de mí (dijo Amy)quien hubiese pensado/ que tanta
desgracia se originase en tan poco;/si lo hubiese
sabido antes de empezar a inflarse,/ cada tramo de
placer le hubiera parecido un infierno.

ANONYMOUS (c. 1661)
Insatiate Desire

O that I could by any chemic art
To sperm convert my spirit and my heart,
That at one thrust I might my soul translate
And in her womb myself degenerate.
There steeped in lust nine months I would remain,
Then boldly ---- my passage back again.

Aproximación:
Deseo Insaciable
Ojalá pudiese por algún arte químico/convertir en
esperma mi espíritu y mi corazón/ y de un empujón
meterle mi alma/ en su útero y descomponerme./Allí
bañado en placer permanecería nueve meses/ y saldría
triunfante por el mismo camino.

ANONYMOUS (c. 1670)
Stand, Staley Tavie

Stand, Staley Tavie, out of the codpiece rise,
and dig a grave between thy mistress’ thighs;
Swift stand, then stab ‘till she replies,
Then gently weep, and after weeping, die.
Stand, Tavie, and gain thy credit lost;
Or by this hand I’ll never draw thee, but against a post.

Aproximación:
Levántate, noble picha.
Levántate, noble picha, y sal de la taleguilla/cava
una tumba en la entrepierna de mi amante/ponte recta
y apuñala hasta que ella responda/para luego llorar, y
tras el llanto, morir./Levántate, picha, y gana el honor
perdido/ o con esta mano nunca te sacaré
sino frente a un pilar.

ALEXANDER POPE (1688-l744)
Two or Three:

A Recipe To Make a Cuckold
Two or three visits, and two or three bows,
Two or three civil things, two or three vows,
Two or three kisses, with two or three sighs,
Two or three Jesus’s -and let me dies-
Two or three squeezes, and two or three towses,
With two or three thousand pound lost at their houses,
Can never fail cuckolding two or three spouses.

Aproximación.
Dos o tres:
Receta para poner los cuernos
Dos o tres visitas y dos o tres reverencias,/dos o tres
cortesías, dos o tres promesas,/ dos o tres besos, dos o
tres suspiros,/dos o tres ¡Cristo!, -y “me matas”-/ dos o
tres apretones, y dos o tres magreos,/ con o dos o tres
mil libras libras jugadas y perdidas en sus casas/ nada
falta para poner los cuernos a dos o tres maridos.

ANONYMOUS(1880?)
Epitaph

Here lies the body of my daughter Charlotte,
Born virgin and died a harlot.
For twelve long years she kept her virginity,
Which is quite a record for this vicinity.

Aproximación:
Epitafio
Aquí yace el cuerpo de mi hija Charlotte/ nacida
virgen y muerta puta./ Durante doce largos años
guardó su virginidad/ lo cual fue un récord en esta
vecindad.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Historias imperfectas de Francia: Marcel Jouhandeau

La serie "Historias imperfectas de Francia" recreaba pasajes de la vida y obra de famosos escritores franceses que publicaron obras eróticas. la primera entrega hacía referencia al controvertido Marcel Jouhandeau (1888-1979).


Me dices que tengo algo de santo.
Sí, cuando te miro.
Marcel Jouhandeau








Las manos del viejo se aferran a los travesaños del cabecero. Las manos tiemblan en el empuje, aún aguantan los muslos, la flexión menos atlética de las piernas, la piel se mueve a otro ritmo. Debajo flaquean los músculos. Contrae el rostro a cada embestida y mira la sábana moverse bajo él; si gime, si suspira, cae la dentadura a la cama, escapa una sonrisa de satisfacción y baba que moja alrededor de los dientes. Mira de soslayo el pedazo de carne que cuelga olvidando las durezas. La mano oscura acaricia su espalda y el viejo susurra, monsieur, mon dieu, tu vientre pesa sobre mi cintura, tu verga busca la boca del horno, la entrada de un túnel de un sumidero de alcantarilla. Las alcantarillas de París se visitan con una linterna. Me perforas a escondidas por las tinieblas de terciopelo.

La mano africana toma el cabello del anciano, tira de él, sube el rostro y se mira en el espejo. Tras él, el joven, el rostro fuerte, las manos en las caderas del viejo, sigue empujando mecánicamente, joven el profesional, artista de los trucos y el acoso. El viejo se embelesa en la imagen, en la cara de sonrisa clara y complaciente del joven que domina.

Regardez-moi, jolie. La voz le nubla los ojos. El viejo mira y sonríe la boca desdentada, las arrugas en el pómulo. Ahora se mezcla la sensación, embarga la lenta eyaculación del joven. Regardez-moi, monsieur. El auriga africano mantiene firme el cabello del viejo, tirante y tirantes los músculos más sensibles que dejan huir el semen. El viejo literato desea el fuerte miembro en la suavidad de sus encías, cae la baba por las comisuras, imagina a través del espejo, pierde la vista en la ausente pasión del joven Richard, siente un intento de erección en sí mismo, una pequeña gota le humedece. Tu veux me regarder, regardez-moi petit jolie monsieur. La infracción de la gramática se hace dulce y áspera en el ano del viejo, una compulsión aparece en el cuerpo fuerte y oscuro. Será la última acometida, hincha el pecho el viejo, ese orgullo del placer en los setenta. Se mantiene el acento africano: míreme, míreme, bonito, bonito, eres santo. Cuando se desprenden los dedos del cabello, desbocado ya el anciano, cuando cae la cabeza y las manos sobre el colchón, y la dentadura perdida en las sábanas, el cuerpo joven se balancea, termina. Susurra entonces el viejo sobre la almohada, sí, cuando te miro.

Alfonso Salazar, Tercer Erizo, junio 1994.

viernes, 14 de febrero de 2014

LAS ENTRADAS DE TORTUGA
(de Jardín de Venus, Félix María Samaniego)

Estaba una señora desahuciada
de esa fiebre malvada
que, sin ser, según dicen, pestilente,
se lleva al otro lado a mucha gente.

Sus criados y amigos la asistían
con celo cuidadoso,
pues por tonto tenían
de la dama al esposo
y, así, de su dolencia
nunca le confiaron la asistencia.

Llególe, al parecer, la última hora
a la pobre señora;
trajéronla, muy listos,
agonizantes cristos,
y de la sepultura
la eterna llave con la Sacra Untura.

Después que bien la untaron
y a su placer los frailes le gritaron,
a media noche túvola por muerta
él médico, y dispuso
dejar del todo abierta
la alcoba de la enferma, según uso,
y que, ya sin cuidados,
se acostaran amigos y criados.

Fuéronse todos a dormir bien pronto;
y luego que esto vio el marido tonto,
quedito entro en el cuarto de su esposa,
que nunca más hermosa
le pareció que entonces, porque hacía
un mes que por su mal no la veía.

Mirándola los pechos,
que a torno parecían estar hechos,
y el ojal del encanto,
en que pecara un santo,
dijo: -¿Se ha de comer esto la tierra
sin más ni más? ¡Ah calentura perra!
Llévese entre responsos y rosarios
toda la retención de mis monarios.

Dicho y hecho: de un brinco
montó, enristró, y al golpe, con ahínco
quedó, sin que más quepa,
clavada en su terreno aquella cepa.

¡Vive Dios que producen maravillas
del masculino impulso las cosquillas,
según se prueba en el siguiente caso!,
porque, lector, al paso
que el marido empujaba,
su mujer se animaba,
y, cuando sintió el fuego
del prolífico riego,
abrió los ojos, medio suspirando
y abrazó a quien la estaba culeando.

Entonces las culadas prosiguieron
hasta el día; y los dos las suspendieron
porque entraron las gentes
de la enferma asistentes
en el cuarto, y, hallándola sentada,
en brazos de su esposo reclinada,
se admiran y, -¡Milagro!- repitiendo,
van a llamar al médico corriendo.

Éste, luego que vino,
la tomó el pulso y dijo: -Yo no atino
qué es lo que la habrán dado,
que así se ha mejorado.

Y el marido, que en tanto se reía,
dijo: -Señor doctor, será obra mía,
porque, así que dejaron a mi esposa
los presentes, entre yo con mi cosa
tiesa, como la tiene el que madruga,
y le di cinco entradas de tortuga.

-¡Bravo! -el médico exclama-;
ya comprendo la cura. ¿Y... por qué llama
con tan extraño nombre
la genital operación del hombre?

-¡Toma! -el tonto replica-;
es un modo de hablar que significa...
¡zas!... soplarlo de golpe hasta lo hondo,
cual las tortugas... ¡zas!... se van al fondo.
Pero, si está mal hecho...

-No -el médico le dice-; has acertado,
pues tus entradas son de tal provecho
que a tu pobre mujer vida le han dado.

Así que esto oyó el tonto,
echó a llorar de pronto,
y el doctor, que el motivo no alcanzaba,
le preguntó qué pena le apuraba.

-¡Ay! -respondió afligido-,
que el dolor me lo arruga.
¡Si yo hubiera sabido
que las tales entradas de tortuga
daban vida de cierto,
nunca mis padres se me hubieran muerto!

lunes, 3 de febrero de 2014

AFRODISÍACOS


Cantáridas pidió el novio
porque el apetito aguzan:
astrólogos de quien cuentan
que saben alzar figura.
Quevedo




AFRODISIACO o AFRODISÍACO (aphrodisiakós).- Deriva de Afrodita, diosa griega del amor. 1. Dícese de todo aquello que estimula el apetito sexual. // 2. Sustancia a la que se atribuye esa propiedad.

AFRODISIA.- Exacerbación patológica de la libido. Aparece más generalmente en "individuos tarados mentalmente y como secuela del alcoholismo agudo". Otras veces obedece a afecciones de la piel y las mucosas de los órganos sexuales. Algunos alimentos y medicamentos se dicen afrodisíacos por tener la propiedad de estimular el deseo genésico. La afrodisia recibe también los nombres de satiriasis, en el hombre, y ninfomanía, en la mujer. La afrodisia “puede ser producida por la ingestión de determinados alimentos aunque, más bien, en este caso suele tratarse de un estado de cachondez pasajero y no de una verdadera afrodisia”.

Posiblemente, después de apurar la preciada copa de perlas disueltas en vinagre, Marco Antonio se tendió en el triclinium con uno de sus pies reposando en el suelo, mientras Cleopatra de rodillas junto a él le succionaba con profusión el miembro viril.

A horcajadas entre la realidad y la leyenda puede hallarse esta escena. Sería una invención lo de las perlas, pues más que estimulantes son ponzoñosas. Pero puede ser probable la imagen lúbrica.

Según Juan Eslava Galán lo que atrajo a los más valerosos romanos de la época no fue la irresistible nariz sensual de la última reina del Alto y Bajo Egipto, sino su maestría como felatriz.




En realidad, toda civilización necesita unos lujos alimenticios
y una serie de estimulantes, de excitantes.
Braudel

Marruecos. Si caminas por el zoco percibirás el afloramiento sensual de todos los sentidos, adivinando fuertes olores nunca sentidos anteriormente, colores intensos estallan por el enorme contraste, el oído se agudiza... En las plazas de las antiguas medinas, todo se puede tocar y probar, todo se puede ver y adquirir. Allí puedes comprar cuentos a los narradores, agua a los aguadores o pagar por ver a los encantadores de serpientes haciendo danzar a varias cobras desde una canasta.

Ofrecen kifi para trascender, camaleones para las moscas, mujeres para la soledad; cambian foulards por bolígrafos, plata por pantalones vaqueros y todo por dirhams. Entre los vendedores ambulantes se encuentran personajes, ataviados al mejor estilo árabe, que te proponen obtener la cantárida o mosca española (cantharis vesicalis), coleópteros disecados con los que aseguran que, tras molerlas y consumirlas, mejoran la potencia sexual.
Este afrodisíaco ya era conocido en la antigua Roma, con bastantes buenos resultados. También se usaba, según Teofrasio, el orchis morio griego o cojón de perro, hecho con leche de cabra, que “facultaba para repetir dos docenas de fornicios en una sola sesión”.

Los enamorados musulmanes de Al-Andalus, según El collar de la paloma (tratado sobre el amor compuesto por el cordobés Ibn Hazm hacia 1022), empleaban como enamoradizos “el beber lo que quedó en el fondo de la copa del amado, escogiendo el lugar mismo donde él posó sus labios” o “intercambiando entre sí mechones de pelo perfumados de ámbar y rociados con agua de rosas” o “entregándose uno a otro mondadientes ya mordisqueados o goma de mascar luego de usada”.

La farmacopea de esta época, comercializada en los zocos, nos muestra algunos energéticos afrodisíacos:

  • mézclense almendra, avellana, piñones, sésamo, jengibre, pimienta y peonía, májese en un mortero hasta que resulte una ligera pasta que se ligará luego con vino dulce. El jarabe resultante se debe ingerir al menos una hora antes del proyectado coito.
  • “aquél que se sienta débil para hacer el amor debe beber, antes de irse al lecho, un vaso de miel espesa y comer veinte almendras y cien piñones, observando esta dieta tres días”.
  • existe una pomada “para estimular la erección”, compuesta de euforbio, natrón, mostaza y almizcle ligados en pasta de azucena. Debe friccionarse suavemente por el pene y la espalda.
  • también para mantener el pene erecto se usan los sesos secos y triturados de cuarenta pájaros cazados en época de celo, y mezclados con esencia de jazmín.
  • “para preparar la vulva y estimular el apetito sexual” hay que juntar a partes iguales estos quince elementos: espliego, costo, calabacín, jengibre, jancia, flor de nuez moscada, sandaraca, uñas aromáticas, flor de granado, canela, almizcle, ámbar, incienso, nuez moscada y ácoro falso.


El Kama Sutra incluye entre sus recetas de placer la sangre menstrual; los tratados de magia de la Edad Media hablan de los preparados con mollejas de gallina, orina de toro y sesos de gorrión; en el Sudán se aprecian mucho los órganos sexuales del cocodrilo... Todavía hoy los lapones del Ártico comen (exclusivamente los hombres en edad de procrear) la médula de los huesos de reno previamente calentados al fuego, lo que les proporciona la seguridad viril que el frío les limita.




Diez recetas, un conjuro y tres filtros de amor

Para todo aquel entusiasta, gastrónomo y dado al arte de la investigación en los misterios de la práctica erótica, nos complacemos en transcribir diez recetas, tres filtros de amor y un conjuro, de cuyos resultados no nos hacemos responsables.

Recetas

El orín
Realizar un bebedizo con orines de yegua recién apareada, o en su defecto los de un toro. Era recomendada por Virgilio en el siglo I antes de JC.

El sudor
Frotar en el rostro un paño empapado en la axila del amante. Muy utilizada en la Edad Media para alivio de la impotencia y remedio de la frigidez.

Receta China
Macerar en un cuenco cuerno y testículos de rinoceronte (lo cual ha producido la masacre de esta especie). El almuerzo de pene de tigre en vino, en cognac francés, es manjar exquisito y efectivo.

Receta de Salerno
Cocer bien testículos de cabrito, desmenuzarlos como para hacer albóndigas de carne, añadir yemas de huevo y mejorana y cocinarlos con manzanas rellenas (Escuela Gastronómica de Salerno, siglo XVI)

Criadillas
Justificado su uso por el dicho popular “de lo que se come se cría”, el potaje de criadillas de toro es uno de los brebajes más efectivos para lograr un semen espeso y desarrollar la potencia sexual. A Fernando el Católico le costó la vida un empacho de este estimulante. De procedencia italiana, el pasticcio de testicoli di toro debe condimentarse con canela y nuez moscada, especias inevitablemente afrodisíacas.

El tomate (Solanum Lypopersicum)
Preparación del tomate, en cualquiera de sus variantes. Recomendable su aderezo con espárragos y pimienta. El tomate era apreciado en las culturas precolombinas, como un estimulante eficaz, y como tal fue llevado a Europa, lo cual condujo a la prohibición de su consumo por parte de la Iglesia. El rey francés Luis XVI disfrutaba de su consumo y lo recomendaba a sus vasallos.

La Yohimbina (Coriyante Yohimbé)
Extraída de la corteza del Yohimbé, árbol originario del Camerún. Potente vasodilatador, solamente actúa sobre los capilares que irrigan los órganos sexuales. Se recomiendan entre cinco o diez miligramos diarios como dosis, si bien, como cualquier otro medicamento, varía en sus resultados de una persona a otra. La sobredosis conduce a la muerte.

El Ginseng (Panax Ginseng, en Oriente, y Aralia quinquefolia, en América del Norte)
Reconstituyente reconocido, tonifica el organismo en general, pero su acción sobre la libido es indirecta. Fácil de conseguir en farmacias. Sustituible por la mandrágora, "el ginseng hispano".

La Mandrágora (Mandragora autumnalis)
La forma humana de su raíz facilita las preñeces en mujeres estériles, garantiza los hechizos, sea en su variedad blanca (macho) o negra (hembra). “Metida en la natura de la mujer en cantidad de medio óvulo, atrae el menstruo y el parto”. Fue muy utilizada durante el Medievo. Su utilización inadecuada puede provocar somnolencia y espasmos. Mayor cantidad de la prescrita es mortífera.

Ostras (Ostrea edulis)
La receta fue divulgada por Casanova, y su fama como afrodisíaco llega hasta nuestros días. Es bastante simple: desayunar diariamente doscientas cincuenta ostras.



Conjuro
Recogemos, por último, un conjuro recomendado para “desenojar al galán” de uso en el siglo XVII:

Furioso viene a mí
tan fuerte como un toro
tan fuerte como un horno
tan sujeto estés a mí
como los pelos de mi coño.



Filtros de amor (para hacer esta noche)

El afrodisíaco de la reina
1º Deja en maceración, en un litro de vino tinto y durante cinco días, treinta gramos de ajenjo,
diez rabos de clavel y un quilo de azúcar.
2º Cuélalo y guárdalo bien tapado en una botella. El resultado es un estimulante irresistible, explosivo. Puedes utilizarlo sólo o mezclado con otro vino.

La tierna flor de loto
1º Echa en un vaso de vino un poco de azúcar, una rodaja de limón y una pizca de nuez moscada y clavo.
2º Ponlo todo a hervir a fuego intenso.
3º Después, déjalo enfriar e introduce en el vaso un pétalo de flor de loto.
4º Cuélalo. Y sírvelo muy helado.

Sortilegio nocturno
1º Lleva a ebullición, en una cazuela, un vaso de vino añejo, unos cuantos ramos de clavel, una
cucharada de azúcar, otra de ron y medio vaso de agua.
2º Viértelo en un vaso alto y añade una rodaja de limón.
3º Espolvorea un poco de nuez moscada.
4º Déjalo enfriar.
5º Y si quieres que sus poderes de seducción sean realmente efectivos sírvelo en una noche de luna llena, a las doce en punto.
La música, el sándalo y la luz de las velas ayudan mucho. Quizá no te amen pero tampoco te odiarán.

Rosa Anetti

Bibliografía
Cela, Camilo José: Enciclopedia del erotismo. Barcelona: Destino, 1990
Eslava Galán, Juan: Historia secreta del sexo en España. Madrid: Temas de Hoy, 1991
Font Quer, Pío: Plantas medicinales. El Dioscórides renovado. Barcelona: Labor, 1992
Sánchez Bachiller, Charo y López Neira, Félix: Las otras medicinas. Madrid: Lyder, 1978
Weber, Reinhardt. Afrodisíacos: Alimento de pasiones. Muy Especial: Sexualidad. Madrid, otoño 1991