viernes, 14 de febrero de 2014

LAS ENTRADAS DE TORTUGA
(de Jardín de Venus, Félix María Samaniego)

Estaba una señora desahuciada
de esa fiebre malvada
que, sin ser, según dicen, pestilente,
se lleva al otro lado a mucha gente.

Sus criados y amigos la asistían
con celo cuidadoso,
pues por tonto tenían
de la dama al esposo
y, así, de su dolencia
nunca le confiaron la asistencia.

Llególe, al parecer, la última hora
a la pobre señora;
trajéronla, muy listos,
agonizantes cristos,
y de la sepultura
la eterna llave con la Sacra Untura.

Después que bien la untaron
y a su placer los frailes le gritaron,
a media noche túvola por muerta
él médico, y dispuso
dejar del todo abierta
la alcoba de la enferma, según uso,
y que, ya sin cuidados,
se acostaran amigos y criados.

Fuéronse todos a dormir bien pronto;
y luego que esto vio el marido tonto,
quedito entro en el cuarto de su esposa,
que nunca más hermosa
le pareció que entonces, porque hacía
un mes que por su mal no la veía.

Mirándola los pechos,
que a torno parecían estar hechos,
y el ojal del encanto,
en que pecara un santo,
dijo: -¿Se ha de comer esto la tierra
sin más ni más? ¡Ah calentura perra!
Llévese entre responsos y rosarios
toda la retención de mis monarios.

Dicho y hecho: de un brinco
montó, enristró, y al golpe, con ahínco
quedó, sin que más quepa,
clavada en su terreno aquella cepa.

¡Vive Dios que producen maravillas
del masculino impulso las cosquillas,
según se prueba en el siguiente caso!,
porque, lector, al paso
que el marido empujaba,
su mujer se animaba,
y, cuando sintió el fuego
del prolífico riego,
abrió los ojos, medio suspirando
y abrazó a quien la estaba culeando.

Entonces las culadas prosiguieron
hasta el día; y los dos las suspendieron
porque entraron las gentes
de la enferma asistentes
en el cuarto, y, hallándola sentada,
en brazos de su esposo reclinada,
se admiran y, -¡Milagro!- repitiendo,
van a llamar al médico corriendo.

Éste, luego que vino,
la tomó el pulso y dijo: -Yo no atino
qué es lo que la habrán dado,
que así se ha mejorado.

Y el marido, que en tanto se reía,
dijo: -Señor doctor, será obra mía,
porque, así que dejaron a mi esposa
los presentes, entre yo con mi cosa
tiesa, como la tiene el que madruga,
y le di cinco entradas de tortuga.

-¡Bravo! -el médico exclama-;
ya comprendo la cura. ¿Y... por qué llama
con tan extraño nombre
la genital operación del hombre?

-¡Toma! -el tonto replica-;
es un modo de hablar que significa...
¡zas!... soplarlo de golpe hasta lo hondo,
cual las tortugas... ¡zas!... se van al fondo.
Pero, si está mal hecho...

-No -el médico le dice-; has acertado,
pues tus entradas son de tal provecho
que a tu pobre mujer vida le han dado.

Así que esto oyó el tonto,
echó a llorar de pronto,
y el doctor, que el motivo no alcanzaba,
le preguntó qué pena le apuraba.

-¡Ay! -respondió afligido-,
que el dolor me lo arruga.
¡Si yo hubiera sabido
que las tales entradas de tortuga
daban vida de cierto,
nunca mis padres se me hubieran muerto!

lunes, 3 de febrero de 2014

AFRODISÍACOS


Cantáridas pidió el novio
porque el apetito aguzan:
astrólogos de quien cuentan
que saben alzar figura.
Quevedo




AFRODISIACO o AFRODISÍACO (aphrodisiakós).- Deriva de Afrodita, diosa griega del amor. 1. Dícese de todo aquello que estimula el apetito sexual. // 2. Sustancia a la que se atribuye esa propiedad.

AFRODISIA.- Exacerbación patológica de la libido. Aparece más generalmente en "individuos tarados mentalmente y como secuela del alcoholismo agudo". Otras veces obedece a afecciones de la piel y las mucosas de los órganos sexuales. Algunos alimentos y medicamentos se dicen afrodisíacos por tener la propiedad de estimular el deseo genésico. La afrodisia recibe también los nombres de satiriasis, en el hombre, y ninfomanía, en la mujer. La afrodisia “puede ser producida por la ingestión de determinados alimentos aunque, más bien, en este caso suele tratarse de un estado de cachondez pasajero y no de una verdadera afrodisia”.

Posiblemente, después de apurar la preciada copa de perlas disueltas en vinagre, Marco Antonio se tendió en el triclinium con uno de sus pies reposando en el suelo, mientras Cleopatra de rodillas junto a él le succionaba con profusión el miembro viril.

A horcajadas entre la realidad y la leyenda puede hallarse esta escena. Sería una invención lo de las perlas, pues más que estimulantes son ponzoñosas. Pero puede ser probable la imagen lúbrica.

Según Juan Eslava Galán lo que atrajo a los más valerosos romanos de la época no fue la irresistible nariz sensual de la última reina del Alto y Bajo Egipto, sino su maestría como felatriz.




En realidad, toda civilización necesita unos lujos alimenticios
y una serie de estimulantes, de excitantes.
Braudel

Marruecos. Si caminas por el zoco percibirás el afloramiento sensual de todos los sentidos, adivinando fuertes olores nunca sentidos anteriormente, colores intensos estallan por el enorme contraste, el oído se agudiza... En las plazas de las antiguas medinas, todo se puede tocar y probar, todo se puede ver y adquirir. Allí puedes comprar cuentos a los narradores, agua a los aguadores o pagar por ver a los encantadores de serpientes haciendo danzar a varias cobras desde una canasta.

Ofrecen kifi para trascender, camaleones para las moscas, mujeres para la soledad; cambian foulards por bolígrafos, plata por pantalones vaqueros y todo por dirhams. Entre los vendedores ambulantes se encuentran personajes, ataviados al mejor estilo árabe, que te proponen obtener la cantárida o mosca española (cantharis vesicalis), coleópteros disecados con los que aseguran que, tras molerlas y consumirlas, mejoran la potencia sexual.
Este afrodisíaco ya era conocido en la antigua Roma, con bastantes buenos resultados. También se usaba, según Teofrasio, el orchis morio griego o cojón de perro, hecho con leche de cabra, que “facultaba para repetir dos docenas de fornicios en una sola sesión”.

Los enamorados musulmanes de Al-Andalus, según El collar de la paloma (tratado sobre el amor compuesto por el cordobés Ibn Hazm hacia 1022), empleaban como enamoradizos “el beber lo que quedó en el fondo de la copa del amado, escogiendo el lugar mismo donde él posó sus labios” o “intercambiando entre sí mechones de pelo perfumados de ámbar y rociados con agua de rosas” o “entregándose uno a otro mondadientes ya mordisqueados o goma de mascar luego de usada”.

La farmacopea de esta época, comercializada en los zocos, nos muestra algunos energéticos afrodisíacos:

  • mézclense almendra, avellana, piñones, sésamo, jengibre, pimienta y peonía, májese en un mortero hasta que resulte una ligera pasta que se ligará luego con vino dulce. El jarabe resultante se debe ingerir al menos una hora antes del proyectado coito.
  • “aquél que se sienta débil para hacer el amor debe beber, antes de irse al lecho, un vaso de miel espesa y comer veinte almendras y cien piñones, observando esta dieta tres días”.
  • existe una pomada “para estimular la erección”, compuesta de euforbio, natrón, mostaza y almizcle ligados en pasta de azucena. Debe friccionarse suavemente por el pene y la espalda.
  • también para mantener el pene erecto se usan los sesos secos y triturados de cuarenta pájaros cazados en época de celo, y mezclados con esencia de jazmín.
  • “para preparar la vulva y estimular el apetito sexual” hay que juntar a partes iguales estos quince elementos: espliego, costo, calabacín, jengibre, jancia, flor de nuez moscada, sandaraca, uñas aromáticas, flor de granado, canela, almizcle, ámbar, incienso, nuez moscada y ácoro falso.


El Kama Sutra incluye entre sus recetas de placer la sangre menstrual; los tratados de magia de la Edad Media hablan de los preparados con mollejas de gallina, orina de toro y sesos de gorrión; en el Sudán se aprecian mucho los órganos sexuales del cocodrilo... Todavía hoy los lapones del Ártico comen (exclusivamente los hombres en edad de procrear) la médula de los huesos de reno previamente calentados al fuego, lo que les proporciona la seguridad viril que el frío les limita.




Diez recetas, un conjuro y tres filtros de amor

Para todo aquel entusiasta, gastrónomo y dado al arte de la investigación en los misterios de la práctica erótica, nos complacemos en transcribir diez recetas, tres filtros de amor y un conjuro, de cuyos resultados no nos hacemos responsables.

Recetas

El orín
Realizar un bebedizo con orines de yegua recién apareada, o en su defecto los de un toro. Era recomendada por Virgilio en el siglo I antes de JC.

El sudor
Frotar en el rostro un paño empapado en la axila del amante. Muy utilizada en la Edad Media para alivio de la impotencia y remedio de la frigidez.

Receta China
Macerar en un cuenco cuerno y testículos de rinoceronte (lo cual ha producido la masacre de esta especie). El almuerzo de pene de tigre en vino, en cognac francés, es manjar exquisito y efectivo.

Receta de Salerno
Cocer bien testículos de cabrito, desmenuzarlos como para hacer albóndigas de carne, añadir yemas de huevo y mejorana y cocinarlos con manzanas rellenas (Escuela Gastronómica de Salerno, siglo XVI)

Criadillas
Justificado su uso por el dicho popular “de lo que se come se cría”, el potaje de criadillas de toro es uno de los brebajes más efectivos para lograr un semen espeso y desarrollar la potencia sexual. A Fernando el Católico le costó la vida un empacho de este estimulante. De procedencia italiana, el pasticcio de testicoli di toro debe condimentarse con canela y nuez moscada, especias inevitablemente afrodisíacas.

El tomate (Solanum Lypopersicum)
Preparación del tomate, en cualquiera de sus variantes. Recomendable su aderezo con espárragos y pimienta. El tomate era apreciado en las culturas precolombinas, como un estimulante eficaz, y como tal fue llevado a Europa, lo cual condujo a la prohibición de su consumo por parte de la Iglesia. El rey francés Luis XVI disfrutaba de su consumo y lo recomendaba a sus vasallos.

La Yohimbina (Coriyante Yohimbé)
Extraída de la corteza del Yohimbé, árbol originario del Camerún. Potente vasodilatador, solamente actúa sobre los capilares que irrigan los órganos sexuales. Se recomiendan entre cinco o diez miligramos diarios como dosis, si bien, como cualquier otro medicamento, varía en sus resultados de una persona a otra. La sobredosis conduce a la muerte.

El Ginseng (Panax Ginseng, en Oriente, y Aralia quinquefolia, en América del Norte)
Reconstituyente reconocido, tonifica el organismo en general, pero su acción sobre la libido es indirecta. Fácil de conseguir en farmacias. Sustituible por la mandrágora, "el ginseng hispano".

La Mandrágora (Mandragora autumnalis)
La forma humana de su raíz facilita las preñeces en mujeres estériles, garantiza los hechizos, sea en su variedad blanca (macho) o negra (hembra). “Metida en la natura de la mujer en cantidad de medio óvulo, atrae el menstruo y el parto”. Fue muy utilizada durante el Medievo. Su utilización inadecuada puede provocar somnolencia y espasmos. Mayor cantidad de la prescrita es mortífera.

Ostras (Ostrea edulis)
La receta fue divulgada por Casanova, y su fama como afrodisíaco llega hasta nuestros días. Es bastante simple: desayunar diariamente doscientas cincuenta ostras.



Conjuro
Recogemos, por último, un conjuro recomendado para “desenojar al galán” de uso en el siglo XVII:

Furioso viene a mí
tan fuerte como un toro
tan fuerte como un horno
tan sujeto estés a mí
como los pelos de mi coño.



Filtros de amor (para hacer esta noche)

El afrodisíaco de la reina
1º Deja en maceración, en un litro de vino tinto y durante cinco días, treinta gramos de ajenjo,
diez rabos de clavel y un quilo de azúcar.
2º Cuélalo y guárdalo bien tapado en una botella. El resultado es un estimulante irresistible, explosivo. Puedes utilizarlo sólo o mezclado con otro vino.

La tierna flor de loto
1º Echa en un vaso de vino un poco de azúcar, una rodaja de limón y una pizca de nuez moscada y clavo.
2º Ponlo todo a hervir a fuego intenso.
3º Después, déjalo enfriar e introduce en el vaso un pétalo de flor de loto.
4º Cuélalo. Y sírvelo muy helado.

Sortilegio nocturno
1º Lleva a ebullición, en una cazuela, un vaso de vino añejo, unos cuantos ramos de clavel, una
cucharada de azúcar, otra de ron y medio vaso de agua.
2º Viértelo en un vaso alto y añade una rodaja de limón.
3º Espolvorea un poco de nuez moscada.
4º Déjalo enfriar.
5º Y si quieres que sus poderes de seducción sean realmente efectivos sírvelo en una noche de luna llena, a las doce en punto.
La música, el sándalo y la luz de las velas ayudan mucho. Quizá no te amen pero tampoco te odiarán.

Rosa Anetti

Bibliografía
Cela, Camilo José: Enciclopedia del erotismo. Barcelona: Destino, 1990
Eslava Galán, Juan: Historia secreta del sexo en España. Madrid: Temas de Hoy, 1991
Font Quer, Pío: Plantas medicinales. El Dioscórides renovado. Barcelona: Labor, 1992
Sánchez Bachiller, Charo y López Neira, Félix: Las otras medicinas. Madrid: Lyder, 1978
Weber, Reinhardt. Afrodisíacos: Alimento de pasiones. Muy Especial: Sexualidad. Madrid, otoño 1991